lunes, 24 de marzo de 2008

Natación sincronizada, ese acuático ridículo


La mayor ridiculez pasada por agua que imaginarse pueda, un deporte absurdo y antinatural elevado a la mayor de las paradojas: lo antiestético como arquetipo de lo supuestamente bello.
Si no existiese y me lo viniesen a contar, no me lo creería.
Primero coges a unas cuantas gimnastas de rítmica (algo más entendible la gimnasia rítmica, aunque rayando el absurdo también), supongo que frustradas, y las metes en el agua a hacer las mismas idioteces que en tierra firme sí pueden tener un pase (forzando la máquina y proveyéndose de amplias tragaderas, claro). Automáticamente, los ejercicios gimnásticos dejan de verse casi en su totalidad y toma un inevitable protagonismo la supervivencia física de las chicas, que cada vez que salen a respirar parece que es su primera bocanada de aire en meses.
Pero claro, además hay que solucionar pequeños inconvenientes de un medio en absoluto pensado para que el ser humano se dedique a bailar ballet:
Sólo hay dos maneras de mostrar las habilidades: sacando las piernas del agua, o de pecho para arriba, con lo que los dibujos absurdos de brazos y pies ocupan la mitad del ejercicio.
Todo al ritmo de la música, pero con un pequeño inconveniente: la música no se oye debajo del agua, o sea que hay que sumergir altavoces para que puedan oírla cuando están sumergidas. ¿No será que no tiene mucho sentido desafiar a la física y querer bailar debajo del agua? Invito a la reflexión.
Ritmo de respiraciones: Lo dicho, no se ahogan de milagro, y la consecuencia son caras absolutamente desencajadas por el esfuerzo y la falta de aire, y que hay que pintar como puertas para disimular su congestión. Resultado: muñecas diabólicas hipergesticulando a punto de ahogarse.
Añádase a todo ello que lo poco acogedor del agua para hacer gimnasia obliga a una desquiciada carrera por encontrar posturas cada vez más originales, absurdas, antinaturales, forzadas y ridículas para hacer alguna mella en los jueces (a estos sí que los condenaba yo a muerte sin pensarlo ni medio segundo), y tendremos lo que en realidad tenemos: un espectáculo auténticamente aberrante, ridículo y que causa una enorme y visceral vergüenza ajena.
Si viene un extraterrestre y aterriza en una prueba de natación sincronizada... no sé lo que pensaría, pero yo daría la mitad de mi vida por leer el informe que mandase a sus superiores.

2 comentarios:

Esaque dijo...

Es que tú no has entendido nada, como se nota que eres macho. Esos cuerpos, guapo, no los consigue ni la más estilizada de las gimnastas. Por otra parte, quién sino ellas, las chavalas de sincro, para comercializar esa ¿gomina? mágica y el maquillaje subacuático. Sin tener en cuenta, por supuesto, los yogures naturales. Y ya si de paso cuelgan medallitas sobre el alicaído cuello de una selección española, qué nos importa de qué.

Zomas Osborn dijo...

... y luego cómo está esa Mengual!!!