lunes, 10 de marzo de 2008

Un día después


Toca hablar de elecciones y de urnas hoy, supongo. Sinceramente, el resultado, no es para estar contento. El problema de este país es la ley electoral (como bien dijo Llamazares) que hace que la política nacionalista desde la transición se base en un principio muy sencillo: Chantaje. O sea que mal. Puestos a ganar el PSOE, mejor habría sido con la absoluta.
Siguiente cosa: Muy bien por UPD, y qué pena Ciudadanos. Deberían fusionarse ahora que tienen la voz de Rosa Díez en el Parlamento, porque en las próximas elecciones deben sumar todos los votos que puedan para conseguir lo que desean: sustituir como llave y como socios de gobierno (para PSOE y PP) a los nacionalistas. Algo que socialistas y peperos deberían agradecer e incluso promover.
Otra más: Rajoy a la puta calle. No es de recibo que siga al frente de un partido cuando ha perdido dos elecciones consecutivas (una viniendo del gobierno) en gran parte por lo vulnerable que resulta a los ataques (Prestige, Irak, 11-M y demás). Renovación imprescindible si quieren tener alguna oportunidad de ganar las siguientes.
Y por último: la estelar confirmación del terrorismo como arma electoral. Tras su bautizo como factor decisivo el 11-M en 2004 (ayudado por la torpeza increíble del gobierno en aquellos días), ahora ETA lo consagra en plena jornada de reflexión. A ver, yo soy terrorista y mato a un concejal socialista a un día de las elecciones. ¿Qué es lo que he hecho con ello? Pues he creado un mártir para ZP, se lo pongo encima de la mesa para que se desmonte el principal argumento del PP: la vuelta a las negociaciones tras las elecciones (si les matan un socialista, es que son grandes enemigos), y les doy una baza moral para echársela en toda la cara a Rajoy (muy bien aprovechada por Pachi López, por ejemplo). Y ya volveremos a sentarnos con él más tarde, que la legislatura es muy larga y este tío tiene talante.
Y funciona: Da el último empujón a la participación (que favorece a quien favorece), provoca una corriente de adhesión, solidaridad y simpatía general al partido víctima de la agresión y proporciona demagogia a punta pala para todos los medios afines al PSOE en jornada de reflexión. O sea votos en la urna.
Funciona porque todos los partidos le dan a ETA esa posibilidad de ser decisiva: dicen que hay que contestar los atentados políticamente en las urnas (yendo más a votar, por ejemplo y entre otras cosas) cuando la única receta debería ser: que nadie cambie nada de lo que iba a hacer el día 7. Y punto. Entonces ETA sí sería algo con nula influencia política. Este argumento es el mismo para pedir que no se use el terrorismo para ganar votos: que la policía y los jueces se ocupen de destrozar a ETA, que es su trabajo. No se negocia nunca con ellos, no se habla nunca de ellos, no se les contesta, se les anula y aísla, no existen y ya está. Pero no, la tentación es demasiado fuerte y hay que hacerlos jugar.
Hala, otro gobierno más que debe algo al terror.

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