Los académicos, en una modélica operación castigo, deciden no votar la película de Álex de la Iglesia por su giro copernicano en la polémica sobre la Ley Sinde. Hasta aquí nadie sorprendido ¿no?
Pero en un finísimo alarde de pudor (impropio de ellos, aquí ha habido mano oficial), deciden no votar a la otra favorita tampoco -la película de Icíar Bollaín- porque el remedio sería peor que la enfermedad: ¿humillamos públicamente a la peli del presi prointernautas, y enaltecemos ante toda España a su más que probable sucesora proministerio? Demasiado descarado...
¿A quién votar entonces?
Pues claro, a la tercera en liza, a la película revelación, a la que no molesta a nadie y por eso fue nominada a destajo (porque somos así de independientes todos) con idea de darle un par de ellos de consolación y punto... Sí, al típico descarte de todos los años.
¿Que no la ha visto ni Dios a pesar de llevar tiempo suficiente estrenada? Bueno, pero... ¿desde cuándo ha importado eso?
Y al que no le guste, pan negro.